miércoles, 1 de enero de 2020

Mejorar como ser humano, desde el punto de vista del Zen


En China hay una religión a la que llaman Chan, y en Japón hay una religión a la que llaman Zen. Ambas religiones son la misma, sólo que se ha extendido más con el nombre de Zen (o budismo Zen). Por decirlo de alguna manera, se ha hecho más popular con este nombre.

Aunque, en realidad, el Zen no es propiamente una religión, y, si me apuran, ni siquiera un código moral, como algunos lo describen. A decir verdad, incluso los más acérrimos practicantes del Zen suelen estar desconcertados durante mucho tiempo antes de comenzar a entenderlo y, a vislumbrar la luz de la revelación y por tanto la compresión, es decir, la iluminación.

Los que tienen suerte o talento para alcanzar tan sublime logro, pues muchos se quedan a mitad de camino... o menos.

Del Zen se cuentan cosas como estás:
- Maestro -pregunta el discípulo-: ¿qué es, en fin, el Zen?
- Ve a buscar los pajarillos que están en la rama de ese árbol.
- Maestro, ya no están. Estaban, pero al llegar se han asustado y se han marchado.
- Si hubieses llegado antes de asustarlos no se habrían marchado.

O este otro:
- ¿Puedo retirarme ya, Maestro?
- Sí. Pero recuerda que debes volver mañana por la noche a la salida del sol.
- Maestro, eso es imposible. Nadie puede llegar de noche a la salida del sol.
- En ese caso nunca volveremos a vernos.

Naturalmente, los discípulos tenían materia para reflexionar largamente sobre el asunto propuesto. Con suerte, podemos pensar que tal vez después de muchos años encontrasen la "solución" a los problemas planteados por el Maestro.

Hay muchas religiones, doctrinas, dogmas, reglas, leyes, normas, etc. y cabe admitir que en todas y cada una de estas religiones es posible encontrar algo útil y bueno..., según la normativa de la religión en cuestión, claro está, pues todos sabemos que algunas cosas que son catalogadas como buenas contempladas desde la perspectiva de una religión pueden no ser consideradas como buenas, e incluso catalogarlas malas, contempladas desde la perspectiva de otras religiones.

Las diversas religiones condicionan el comportamiento del individuo. Éste puede creerse bueno porque obedece lo establecido por una religión, pero en realidad nunca podremos saber si realmente él es bueno. Lo que sí podemos saber es que es obediente de los preceptos de esa religión, pero ello o implica necesariamente bondad, sólo implica sumisión o, como he dicho, obediencia a esos preceptos..., que pueden ser considerados malvados por los adeptos de otras religiones.

Al creyente de una religión, por otra parte, se lo dan todo hecho. Le dicen lo que ha de hacer, lo hace, y por tanto es fiel y es bueno. No tiene problemas mentales, ni dudas, ni disconformidades. Puesto que cumple los preceptos de su religión se considera en la verdadera senda.

Pongamos como ejemplo esa "religión" que impone los sacrificios humanos: si algo no va bien en la tribu o en la comunidad, y, como es natural, se pretende que todo se solucione convenientemente, se arroja dentro del volcán más cercano a una joven inocente y virgen, invocando a cambio de tan bestial sacrificio el favor o el perdón de los dioses (me pregunto qué clase de dioses podrían ser los que exigieran semejante prueba de sumisión y acatamiento) para las calamidades que afectan a la comunidad.

En mi opinión, arrojar dentro de un volcán a una persona es una salvajada, pero resulta evidente que no lo es para quienes se hallan convencidos de que están cumpliendo los preceptos de su religión o adorando a sus dioses. Para mí, esas personas no son buenas, pero no cabe dudar que ellas creen estar haciendo lo correcto y preceptuado, y, por tanto, se consideran buenas o, como mínimo y aunque sea de un modo difuso, se consideran "normales".

En cualquier caso, lo que sí es absolutamente cierto es que no sabemos si esas personas están haciendo lo que ellas harían por propia voluntad si se detuvieran a pensar en el asunto por si mismas, ya que están realizando una acción "religiosa" que no concede alternativas de actitud o de pensamiento.

Es por esto que, como budoka, creo que una de las mejores "doctrinas" morales, espirituales, intelectuales y físicas que existen para tener despierto y en constante evolución al hombre que quiera alcanzar la iluminación, el el Zen.

Por una razón muy simple y fácil de entender: puesto que el Zen nada concreto te impone ni nada concreto te explica, te obliga a buscar por ti mismo la senda de la iluminación. Aunque más que obligar yo diría que crea en uno la necesidad de actuar en el sentido de intentar mejorar como ser humano, tanto en comportamiento social como en facultades físicas, espirituales, morales e intelectuales.

Vera
David Vallejo

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David Vallejo (Budokan Sevilla Dojo) www.budokansevilla.com