Agudo y observador controlaba todo y a todos los que estaban a su alrededor, aunque estuvieran al margen.
No obstante cuando se enfadaba, era muy duro sobre todo con los más allegados. Y que como buen japonés, no daba razones. Así que tenia que averiguar donde habías “metido la pata”, para lo antes posible corregirlo. Lo indicado era mantenerte muy atento y no contradecirle si no sabias bien por donde venia la causa.
Dada su gran autoridad y a pesar de la confianza que te proponía, mejor era ser prudente y mantener una distancia respetuosa, con el Maestro.
Tomás Sánchez Shihan
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