¿Cuándo fue la última vez que realmente fracasaste?
Es una pregunta que todos preferiríamos ignorar. A menudo nos enseñan a medir el éxito en función de lo bien que evitamos los errores, y la sociedad aplaude nuestro continuo avance.
Pero ¿qué pasaría si te dijera que el fracaso —sí, el fracaso— es en realidad el ingrediente secreto para desbloquear el crecimiento y el éxito futuro?
Si mides el progreso únicamente por los intervalos entre errores, estás pasando por alto la información más valiosa: el fracaso no es algo que se pueda esquivar, es algo que se debe aceptar.
Los errores, las meteduras de pata e incluso los fracasos rotundos son, de hecho, los pilares del éxito. Sin ellos, no se puede crecer. El fracaso es el precio que hay que pagar para alcanzar el éxito que se aspira.
Así que la próxima vez que dudes en fracasar, recuerda que cada revés sienta las bases para tu regreso. Acepta el fracaso, úsalo para impulsar tu impulso y prepárate para alcanzar tus objetivos de 2025.
Pero aquí está el truco: no es sólo el fracaso lo que garantiza el crecimiento.
Lo importante es que seamos conscientes de ese fracaso y que sepamos extraer lecciones de él. El crecimiento depende de cómo respondamos al fracaso, de cómo reflexionemos, aprendamos y apliquemos esas lecciones al futuro. No se trata de la frecuencia con la que nos caigamos, sino de la rapidez con la que nos levantemos y de cuánto más sabios nos volvamos en el proceso.
Esta filosofía no es nueva. De hecho, ha sido adoptada durante siglos por culturas de todo el mundo, especialmente en el antiguo Japón. Existe una práctica que encarna perfectamente esta idea y estoy a punto de contarte por qué es justo lo que necesitas en tu vida.
La antigua tradición japonesa que puede cambiar tu vida
Una de las imágenes más poderosas que muchos artistas marciales tienen en su mente cuando visualizan un duro entrenamiento es la de un guerrero japonés endurecido que se encuentra de pie bajo una cascada helada, permitiendo que los torrentes helados caigan sobre su cuerpo. No se trata de un ritual antiguo para aliviar el dolor; es una práctica conocida como misogi o takigyo , y tiene que ver con la purificación, la resistencia y el crecimiento personal.
El objetivo es simple pero profundo: se trata de ir más allá de tus límites. Se trata de aceptar las dificultades (físicas, mentales y emocionales) para purificarte y prepararte para los desafíos que te esperan.
En el agua helada, bajo condiciones extremas, un guerrero se ve obligado a enfrentar sus miedos y su incomodidad de frente, porque esa es la única manera de emerger más fuerte, más resistente y listo para lo que la vida le depare.
De hecho, se dice que Morihei Ueshiba (el fundador del aikido) viajaba regularmente a las cataratas Kumano Nachi para meditar en este estilo en su búsqueda de autoperfección y refinamiento del arte.
Eso sí, no es necesario permanecer bajo una cascada helada para beneficiarse de esta filosofía.
Los principios básicos (superar los límites, afrontar la incomodidad y aprender de la adversidad) se pueden aplicar a la vida cotidiana y al entrenamiento de artes marciales.
La era moderna
Vivimos en un mundo en el que las distracciones están por todas partes. Desde la sobrecarga constante de información hasta la abrumadora facilidad de disfrutar de lo que nos haga sentir bien en el momento, nos hemos convertido en expertos en evitar la incomodidad.
Pero esa evasión tiene un precio: perdemos el crecimiento personal que surge al desafiarnos a nosotros mismos.
En el mundo actual, tu versión de la práctica japonesa puede ser diferente. Tal vez signifique correr tu primer ultramaratón o dejar un trabajo que ya no te satisface y finalmente comprometerte con tu propio negocio. Para ti, incluso puede significar fijarte el objetivo de viajar al extranjero y entrenar artes marciales durante meses, sumergiéndote por completo en la disciplina.
La cuestión es la siguiente: desafíate a ti mismo. No tomes el camino fácil. Acepta las dificultades. Busca experiencias que te lleven más allá de lo que creías posible.
De hecho, te voy a desafiar ahora mismo. ¿Estás listo?
Tu camino hacia la transformación
Elige un objetivo. Por ejemplo, supongamos que quieres ganar un torneo de artes marciales.
Hazlo 10 veces más difícil. Ahora, en lugar de solo ganar, apunta a algo aún más grande, como convertirte en el campeón mundial de NASKA.
Actúa de inmediato. Deja de leer este artículo y ve a buscar la próxima competición. Comprométete con ella. Empieza a entrenar. Ahora mismo.