Lo llevo conmigo... y allí donde quiera que voy va conmigo, como alguna vez conté, un día me hizo suyo y mi personalidad está forjada por el KARATE
Parece que fue ayer, cuando con sólo diez años, comencé a practicar Karate. Me llena de orgullo recordar mis primeros pasos en el fascinante mundo de las Artes Marciales.
No había más, ni otra cosa en mi juventud, que los estudios y el Karate. Por aquellos años, mi gran amigo y hermano Emilio, era con quién pasaba la mayor parte de mi tiempo (recuerdos imborrables querido amigo), horas y horas diariamente estudiando y entrenando, tanto dentro como fuera del dôjô. Al principio en nuestro colegio y posteriormente en los clubes, en los que pasamos años de duros entrenamientos, que hoy día son impensables por su dureza, siempre de la mano de grandes maestros. No teníamos otra cosa en la mente, que nos gustara e inquietara más que las Artes Marciales. Una de nuestras mayores distracciones, era emular a los grandes maestros y actores de la época (Bruce Lee, Chuck Norris, Van Danme, Steven Seagal, ...). Emilio y yo eramos aficionados y grandes seguidores de las publicaciones mensuales de las revistas especializadas en el sector (Dojo, El Budoka, Décimo Dan, Cinturón Negro, ...).
Una adolescencia influenciada por la disciplina y el respeto, valores éstos, inculcados por el Karate, donde el paso de los años, tenían un sólo horizonte y propósito, llegar a conseguir el preciado Cinturón Negro y la maestría en las artes de la lucha, que el grado debe llevar implícito.
No había más, ni otra cosa en mi juventud, que los estudios y el Karate. Por aquellos años, mi gran amigo y hermano Emilio, era con quién pasaba la mayor parte de mi tiempo (recuerdos imborrables querido amigo), horas y horas diariamente estudiando y entrenando, tanto dentro como fuera del dôjô. Al principio en nuestro colegio y posteriormente en los clubes, en los que pasamos años de duros entrenamientos, que hoy día son impensables por su dureza, siempre de la mano de grandes maestros. No teníamos otra cosa en la mente, que nos gustara e inquietara más que las Artes Marciales. Una de nuestras mayores distracciones, era emular a los grandes maestros y actores de la época (Bruce Lee, Chuck Norris, Van Danme, Steven Seagal, ...). Emilio y yo eramos aficionados y grandes seguidores de las publicaciones mensuales de las revistas especializadas en el sector (Dojo, El Budoka, Décimo Dan, Cinturón Negro, ...).
Una adolescencia influenciada por la disciplina y el respeto, valores éstos, inculcados por el Karate, donde el paso de los años, tenían un sólo horizonte y propósito, llegar a conseguir el preciado Cinturón Negro y la maestría en las artes de la lucha, que el grado debe llevar implícito.
La biblioteca y videoteca de Emilio era impresionante, no le faltaba ninguna obra maestra de las Artes Marciales, de reconocidos autores y grandes maestros, aunque cualquier aportación era bien recibida por mi amigo en tan cuidada librería marcial engrosada año tras año.
Tras el paso de los años, mi amigo Emilio, se dedicó en mayor medida a la teoría y al estudio en profundidad del verdadero Budo Japonés, muy influenciado por nuestros años de practica en el arte del Aikido, con el gran maestro Toshiaki Higassio (todo un referente del Aikido en Andalucía). Yo por el contrario, bien por mi profesión y/o por mi personalidad, tomé otro camino en la practica marcial, buscando siempre la eficacia como el fin de mi técnica, descartando todo aquello que no me resultaba, a mí entender, cualidades y atributos físicos, útil para mis requerimientos marciales en una posible situación real de la calle y/o profesional.
Desde muy joven aficionado a los deportes de contacto, ésto creó en mi, la delicia en la practica diaria durante años, consiguiendo grandes logros a nivel de la competición deportiva; también mi entrenamiento en distintos sistemas tácticos de defensa personal, crearon en mí una gran implicación y compromiso para hacer la práctica continuada como forma de vida. Pero nunca me olvidé, ni renuncié al karate. Siempre tuve presente mi raíz y tronco, en mis primeros pasos y origen en mi práctica de las artes marciales. Siempre tengo claro de donde vengo y que soy, karate~ka.
Toda esta experiencia marcial, con los años, ha hecho que cambie mi visión de las Artes Marciales y de la lucha en general, y por supuesto, mi manera de entender y aplicar mi Karate. Debido a la gran aportación de técnicas de otras artes, deportes y estilos. Abrir la mente y dedicarse al estudio en profundidad, no sólo del Karate, sino de todo estilo de lucha, enriquece a la persona, y por supuesto, su nivel de conocimientos, aportando un estudio practico, pleno y personal.
No se debe encasillar el entrenamiento en un estilo, cerrando y bloqueando, todo lo que no proviene del estilo que practicamos y que defendemos a capa y espada, como el mejor y la verdad más absoluta. No viendo más allá de nuestras narices si actuáramos de esta forma. Por desgracia en muchos dôjôs, se sigue enseñando la forma básica, el primer paso, la capa mas superficial, argumentando que ahí está el verdadero Karate, cuando no es mas que una excusa, para enmascarar la falta de técnica y profundidad de verdaderos conocimientos.
No querer buscar y estudiar en otras disciplinas. Sin abrir los horizontes, ni ver la realidad tal y como es, desde otro punto de vista, forma parte de un conformismo mutuo entre profesorado y alumnado.
No se debe encasillar el entrenamiento en un estilo, cerrando y bloqueando, todo lo que no proviene del estilo que practicamos y que defendemos a capa y espada, como el mejor y la verdad más absoluta. No viendo más allá de nuestras narices si actuáramos de esta forma. Por desgracia en muchos dôjôs, se sigue enseñando la forma básica, el primer paso, la capa mas superficial, argumentando que ahí está el verdadero Karate, cuando no es mas que una excusa, para enmascarar la falta de técnica y profundidad de verdaderos conocimientos.
No querer buscar y estudiar en otras disciplinas. Sin abrir los horizontes, ni ver la realidad tal y como es, desde otro punto de vista, forma parte de un conformismo mutuo entre profesorado y alumnado.
El Karate, como todo en la vida, siempre debería de estar en constante evolución y enriqueciéndose de todo lo que le ayude a hacer más fuerte y eficaz. Sin olvidar el motivo por el cual se originó y forjó a base de golpes. Motivo éste, que muchos hoy por hoy, lo han olvidado por distintos razones, intereses y conveniencias.
No por abrir la mente y practicar en profundidad otras formas de lucha, me ha condicionando nunca a abandonar el espíritu de sentirme un hombre del Karate. Como dije, desde mi infancia con mi amigo Emilio y hasta el día de hoy, sigo siendo karateka desde siempre... para siempre.
David Vallejo - Director de Budokan Sevilla dijo
www.budokasevilla.com
David Vallejo - Director de Budokan Sevilla dijo
www.budokasevilla.com
Hola David.
ResponderEliminarEl karate es libre y personal, no se puede limitar, tiene todo lo que necesitamos (el karate somos nosotros), cada uno tiene que evolucionar con el paso del tiempo y de trabajo, aportando lo mejor de uno mismo. Hay un primer paso de contacto que es muy importante que nos muestra este arte, pero luego nuestro camino lo dirigimos nosotros compartiendo, aprendiendo y evolucionando (mente siempre abierta, sin prejuicios ni limitaciones).
Un saludo desde Asturias.
José Manuel Mayo