Jinichi Kawakami, ingeniero japonés de 63 años, asegura ser el último ninja en este mundo, alguien que desde los 6 años se formó en los secretos y las enseñanzas de esta sociedad guerrera, y quien se niega a tomar un discípulo que pueda mantener viva la tradición.
Jinichi Kawakami, un ingeniero japonés de 63 años, tiene la fama de ser el último ninja sobre la Tierra, el último dirigente del clan Ban, cuya antigüedad se remonta a 500 años y en el cual aprendió las legendarias habilidades que se atribuyen a esta sociedad guerrera.
Kawakami asegura que, actualmente, los ninjas han dejado de existir más allá de la atracción turística, el cebo con que se atraen visitantes a Iga, una ciudad montañosa al suroeste de Tokio donde alguna vez habitaron.
Las enseñanzas del ingeniero comenzaron a la edad de 6 años, sin mucha conciencia de lo que hacía ni muchos recuerdos actuales de su mentor, Masazo Ishida, un hombre que, dice, se vestía como un monje budista. “Fue mucho después cuando me di cuenta de que estaba practicando ninjutsu”, declaró Kawakami a un diario australiano.
Su entrenamiento también pasó por otros aspectos como el estudio de reacciones químicas, del clima y de la psicología, demás del desarrollo de distintas habilidades físicas y mentales como la concentración o la escucha atenta de sonidos prácticamente inaudibles (por ejemplo, la caída de una aguja sobre el piso). Igualmente se formó en las adversidades del dolor, el hambre, el frío y el calor.
Con 19 años Kawakami heredó el título de maestro, accediendo así a otro tipo de conocimientos e instrumentos, una tradición que esencialmente se trasmitió de boca en boca.
Sin desmentir ni confirmar las creencias en torno a los ninjas, Kawakami asegura que mucho de este arte se basa menos en la fuerza que en la oportunidad de tomar desprevenido al oponente, con la guardia baja, aprovechando a partir de este momento la distracción y la confusión, sea para atacar y vencer o para engañar y huir.
Y aunque el hombre se cuida mucho de decir que es el último ninja en este mundo —por temor a rivales que quisieran arrebatarle lo que sabe—, al mismo tiempo dio a conocer su renuncia a tomar a su cargo a un aprendiz, condenando a la extinción a la estirpe de los Ban y a los ninjas al recuento que solo la historia pueda hacer de su existencia en este mundo.
fuente: news.com.au
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