En la espesura del bosque, mi mano se extiende temblorosa.
Una rana me observa.
¿Dónde estás? Ni tú mismo lo sabes. Venías bastante bien. Pero algo ocurrió en el camino y ahora estás extraviado. O te faltó fuerza o te faltó sabiduría. Y ahora estás extraviado.
¿Volverás? Antes de retornar al origen debes preguntarte por qué es necesario hacerlo. Tal vez es allí donde querías llegar y no te habías percatado de ello. O tal vez te convenga más seguir avanzando y dejar tu hogar atrás. Pero si deseas retomar la senda, debes desandar tus pasos.
Piensa bien. ¿A dónde querías llegar? ¿Qué montaña estabas subiendo? Tú lo tienes claro, o al menos alguna vez lo tuviste. Recuerda ese momento de luz y reemprende el camino. Probablemente, debas retornar al origen antes de seguir.
No te pierdas de nuevo. Puedes no encontrar siquiera una amiga de ojos grandes.
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