La karateka de 20 años se centra en su sueño de llegar a Tokio 2020 cuando acaba de ganar la Copa de España absoluta
Torres ya tiene 20 años y una amplia experiencia como karateka de primer nivel. Su evolución y los resultados han confirmado las buenas expectativas que había en torno a ellas en categorías inferiores. Ahora afronta el salto a la categoría sénior y apunta alto: quiere lograr el sueño de estar en unos Juegos Olímpicos, en su caso los de Tokio 2020.
La malagueña ha ganado este mes la Copa de España en Santa Cruz de la Palma y ha ascendido hasta el número tres del ‘ranking’ mundial sub-21. En octubre logró en Tenerife la medalla de bronce en el campeonato del mundo sub-21 en su categoría (’kumite’ +68 kilos) y ayer, en Santiago de Compostela, ganó el campeonato de España sub-21. «Estoy muy contenta porque era la primera vez que participaba en la Copa de España, que se organiza cada dos años. Había mucho nivel en la competición, me encontré con compañeras de la selección nacional y al ser un torneo ‘open’, sin distinción de pesos, tenía un punto de dificultad más», afirma.
Torres quiere ir enfocándose más a las competiciones internacionales, cara a pelear por una plaza en los Juegos. «A nivel internacional, la categoría sub-21 es bastante dura, porque es el paso previo a sénior. Haber logrado medallas a nivel europeo y mundial en esta categoría me ayuda a tener confianza en mis posibilidades en sénior», asegura. La clasificación para Tokio 2020 empieza el próximo año y toda su preparación está enfocada a este objetivo.
El salto olímpico tratará de darlo desde Málaga, ciudad a la que ha vuelto tras dos años de estudios y entrenamientos en la residencia Blume y el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. «Sigo estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte pero, ahora en Málaga. Decidí regresar a mi ciudad y el cambio ha sido bueno. Aquí lo tengo todo y al tener a mi padre como entrenador tengo muchas más facilidades de horario. Además como él no me conoce nadie y la mejora es muy notable», destaca. «Mi experiencia en la Blume fue buena, conviví con mucha gente de otros deportes, pero también es duro, te dedicas por y para el karate sin obtener casi recursos económicos, por no decir ninguno, más allá de los patrocinadores que te puedas buscar. Es muy complicado estar fuera de casa», explica.
Como la mayor parte de los deportistas de élite, ha tenido que renunciar a muchas cosas propias de su juventud: «Ves que tus amigas se van de viaje o salen de fiesta y tú no puedes hacerlo porque tienes competición… A veces es duro, pero como lo haces por algo que realmente te gusta, al final cuesta menos».
María es ambiciosa, pero tiene los pies en el suelo. Sabe que es extremadamente difícil vivir del karate y ya tiene en mente su ‘plan B’: quiere ser policía. «Tengo en mente hacer las oposiciones cuando termine la carrera. Yo compito y entreno al máximo, pero no puedo desarrollar una carrera profesional en este deporte. Sin la ayuda de mis padres o si algunas colaboraciones económicas, como la del Colegio Atabal, no podría seguir compitiendo», reconoce la karateka.
Pero el uniforme policial tendrá que esperar, ya que no piensa colgar el kimono de karate por ahora. Su segunda casa en el gimnasio El Atabal, donde pasa gran parte de su tiempo junto a su padre. «Sé que estar en los Juegos es dificilísimo, sólo se clasifican ocho personas de todo el mundo… Pero mientras exista la posibilidad, seguiremos trabajando por ello», sentencia.
Enrique Miranda / Fernando González
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