Si haces planes para un año, siembra arroz: si los haces para dos lustros, planta árboles. Si los haces para toda una vida, educa a una persona. PROVERBIO CHINO
El kárate mental no se reduce a un método de autodefensa contra posibles agresores. También es una manera de entendernos mejor con nuestros seres queridos y mitigar los conflictos, empezando por nuestros hijos. La herramienta educativa fundamental que vamos a emplear para ello es la palabra. Saber utilizarla adecuadamente y tener bien claro cuáles son los efectos que nuestras palabras producen en los niños es el tema central que vamos a tratar. Ante las monsergas cotidianas del estilo: «¡Ten cuidado, que te vas a caer!», «¡Que se te va a derramar la leche!», «¿Por qué eres tan desordenado?», el niño no reacciona bien. Pide que le dejen en paz y que no le den órdenes. Y es que, sin darnos cuenta, los padres educamos disparando incontables afirmaciones automáticas a lo largo del día, que se convierten en «profecías» y que, en lugar de mover al niño a corregirse, le reafirman más en su conducta negativa. El propósito de este apartado es encontrar alternativas a los gritos, amenazas, castigos y críticas y aprender a controlarnos para evitar los automatismos educativos nefastos que hemos asumido sin analizar.
HABILIDADES EDUCATIVAS EN LAS QUE DEBEMOS EJERCITARNOS
– Ser conscientes de la forma en que hablamos en la familia: padres e hijos.
– Descubrir el efecto que producen nuestras palabras: ¿construyen o destruyen?
– Mejorar en lo posible la comunicación, las relaciones y el diálogo para crear cooperación en lugar de resentimiento; potenciar el acercamiento en lugar del distanciamiento.
– Aprender a expresar el enfado sin herir ni insultar e invitando a la reflexión.
– Reconocer y aceptar los sentimientos propios y de los demás.
– Establecer límites de comportamiento, pero sin ignorar los sentimientos de los hijos. Grabar los diálogos que tenemos con los hijos y escucharlos y ver el efecto que nos producen nuestras propias palabras y la reacción de nuestros hijos.
– Tener siempre en mente que debe salir reforzada la autoestima de los hijos y la convivencia en familia.
– Utilizar palabras que fomenten la colaboración en lugar de atacar por defecto. Estar atentos a potenciar lo mejor en lugar de resaltar incesantemente lo deficiente.
Bernabé Tierno
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