Sábado por la mañana. En Ciutadella, cinco adolescentes se dirigen al Club Karate Shotokan para realizar su entrenamiento diario. Descalzos, ataviados con el karategi blanco y sus cinturones marrones y negros, bromean y se divierten, pero no pierden el tiempo. Han participado en diversos campeonatos nacionales e internacionales y tienen previstos algunos más para este año que estrenamos: Italia en abril, Londres en mayo y Andorra en junio.
“El objetivo del Club es el deporte más que la competición” comenta el profesor Shuto Triay “pero tenemos un grupo de competidores a nivel nacional e internacional que se someten a un entrenamiento más específico, haciendo especial énfasis en la preparación física y en la estrategia”. Lamenta no contar con ayudas estatales para los campeonatos no oficiales, que son los que realmente ayudan a los karatekas a subir de nivel, y agradece el esfuerzo que las familias hacen para ayudar al club a financiar los desplazamientos.
La práctica del karate es algo más que deporte. Fomenta el compañerismo y el respeto mutuos, además de la auto-superación y el esfuerzo individual, entre otros valores. Se desarrollan habilidades como la destreza, el equilibrio, la velocidad, la flexibilidad y la coordinación.
Morgan tardó dos años en convencer a sus padres para que lo apuntaran a clases de karate. “Este deporte me ayudó a canalizar la gran cantidad de energía que tenía de pequeño. Aprendí paciencia, disciplina y voluntad”. Aunque las competiciones no son su prioridad, reconoce que son lo que mantiene viva su motivación: “si pierdes, quieres seguir entrenando para ganar; si ganas, quieres seguir entrenando para superarte a ti mismo”. Ahora tiene 19 años y compagina este deporte con estudios de formación profesional. Aunque entrenan una hora y media al día de lunes a sábado, les queda tiempo para muchas otras cosas. Sus compañeros Marc y Cisco coinciden con él. Su rutina es muy similar todos los días: salen del instituto, comen, hacen los deberes y van al club de karate.
Jesús tiene 13 años y ha participado en el Campeonato de España en cinco ocasiones. “No recuerdo mis primeras competiciones. Empecé a los cuatro años a participar en la liga escolar en modalidad de katas”. Es la misma modalidad en la que hace apenas diez días obtuvo medalla de plata. Fue en un campeonato internacional celebrado en Ibiza.
Estos jóvenes deportistas hablan con soltura utilizando términos que escapan a cualquier lego en la materia. Pero también se explican con claridad: las katas son técnicas, secuencias de movimientos que realizas, normalmente, de forma individual. En el kumite, en cambio, utilizan las técnicas para enfrentarse a un oponente real.
El nivel de exigencia de los entrenamientos es alto, pero es algo que ellos mismos han elegido. Aunque podrían dedicar su tiempo a cualquier otra cosa menos sacrificada, reconocen que el esfuerzo vale la pena y no sólo por las competiciones y las medallas, sino porque, como ellos mismo dicen “más que compañeros, los miembros del Club somos una familia”.
Laura Mascaró
David Vallejo
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