lunes, 1 de octubre de 2012

Expandiendo la Conciencia Ki

Después de explicar el enfoque teórico de la disfunción energética corporal en el momento de la acción de KI, consideré importante llamar la atención de la forma y dirección en espiral que están siempre presentes en los movimientos de Aikijujutsu, pero no siempre valoradas. Puedo decir con propiedad que, sin esta comprensión, los movimientos de Aikijujutsu  pueden ser atribuidos a varias cosas, pero no puede pretender que sean vigorosos en KI. No podemos olvidar los hallazgos físicos, visiblemente aplicables en el Dôjô.

Si analizamos bien, en varios movimientos percibimos que la espiral encontrada en un movimiento como KoteGaeshi, por ejemplo, no es la misma dirección en un KoteHineri. El primero tiene la tendencia de fluir su energía partiendo de un punto en la horizontal y vuelve al mismo punto contrario, pero siguiendo la misma directriz horizontal. Sin embargo, no podríamos afirmar que su síntesis central fue desarrollada en una espiral, pero sin un movimiento de vuelta a partir del punto de vista en que el movimiento permite una circularidad mayor de forma centrifuga – este KoteGaeshi devuelve la energía inicial aunque esta esté siendo llevada de forma circular hacia afuera, para su punto de origen.  (Por esto el nombre de Kote – Muñeca y Gaeshi – devolver, devolviendo – sería lo mismo que Kaeru).

De una forma más profunda, el Ki está siendo trabajado en un movimiento denominado como Ki-Tomeru, que tiene como traducción “parar la energía KI”. Algunos maestros se arriesgan a decir que ocurriría también el Chi-Tomeru o parada de sangre.

Ya en el segundo movimiento, KoteHineri, el inicio se da de la misma forma pero, luego su síntesis central verticaliza. Así siendo, su espiral se vuelve ascendente lo que provoca una inmensa incomodidad en Uke cuando parte de su Ki está apresado en la articulación de hombro, aunque el punto a ser alcanzado o donde el Ki debe estar apresado fuertemente sea en la muñeca. De ahí que el nombre Kote – muñeca y Hineri – torciendo.

La energía o Ki en un efecto de la fuerza del cielo y de la tierra. Está siempre moviéndose en espiral y podemos fácilmente visualizarla observando fenómenos en el planeta, si lo visulaizamos desde el punto de vista de los astronautas en el espacio. Dentro de la espiral de nuestro propio sistema solar, una mirada en el planeta Tierra revela padrones en espiral de nubes, las nubes en forma de embudo de los huracanes y tornados, y el movimiento de los océanos. En el hemisferio norte, la espiral se mueve en sentido antihorario, o sea, el agua desciende por el sumidero en la dirección opuesta a las agujas del reloj. Por debajo de la línea del ecuador el movimiento se vuelve horario – aunque en espiral, pero en la dirección contraria del movimiento en el hemisferio norte.
Internamente podemos actuar de la misma forma.
En la más generalizada técnica para general electricidad, una fuente de energía primaria es utilizada para producir vapor de agua, que produce una corriente de alta presión que mueve la turbina, un sofisticado mecanismo acoplado al generador. La combinación de la turbina y del generador se denomina turbogenerador. Las fuentes de energía primaria más utilizadas actualmente para calentar el agua son el carbón, el petróleo, energía nuclear, pero en futuro podrán ser utilizadas la energía solar y la energía geotérmica.

Cuando nos quedamos alterados no es diferente. Por eso nuestro cuerpo calienta y muchas veces perdemos la noción de la fluidez de nuestra energía corporal.
Es posible percibir todas estas ideas en la práctica del Shodo, principalmente en su corriente de Bokusho.

Un monje joven era el responsable del jardín zen de un famoso templo Zen. El había conseguido el trabajo porque amaba las flores, arbustos y árboles.

Cercano al templo había otro templo menor donde vivía apenas un viejo maestro Zen.

Un día, cuando el monje estaba esperando la visita de importantes invitados, dio una atención especial al cuidado del jardín. Tiró las hierbas dañinas, podó los arbustos,  y gastó mucho tiempo meticulosamente pasando el rastrillo y cuidadosamente tirando las hojas secas del otoño.

En cuanto trabajaba, el viejo maestro observaba con interés por encima del muro que separaba los templos.

Cuando terminó, el monje se apartó un poco para admirar su trabajo.

“Si”, replicó el anciano, “pero está falto de algo crucial. Ayúdeme a saltar este muro e iré a mejorar unas cosas para usted.”

Después de cierta vacilación, el monje levantó al viejo sobre el muro y lo dejo suavemente en su lado. Lentamente, el maestro caminó hacia el árbol más próximo al centro del jardín, se sujetó a su tronco y sacudió con fuerza. Hojas cayeron suavemente por todo el jardín.

“¡Listo!” dijo el viejo monje, “ahora puede llevarme de vuelta.”

Texto: Jordan Augusto
Foto: Aikidoburgos

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