LA IMPORTANCIA DEL KARATE...por Francisco Egea

Os voy a contar una historia que me ocurrió a mí, y que me ha hecho pensar, a ver a vosotros.
Trabajando como profesor de karate a principios de los años 80, impartía clases en dos gimnasios de Madrid, uno estaba situado en Carabanchel, mi barrio, se llamaba Gimnasio Kiyoshi; el otro estaba en las Rozas de Madrid, se llamaba Mirasierra.

Terminaba la temporada, empezaba el verano, las vacaciones de Agosto, el último día queria hacer algo especial y les dije a los niños que no tenían que traerse el karategi, pues queria hacer una clase algo diferente. Nos sentamos en el Tatami, de una forma un poco informal, y les dije que me contaran algo sobre las vacaciones, yo tenía que comportarme un poco como ellos, y contar también donde me queria ir yo de vacaciones, se trataba de interactuar con ellos, de dialogar, generar confianza, sentirnos todos al mismo nivel, contando un poco lo que queriamos hacer para disfrutar las vacaciones con la familia y amigos, dejar un poco de lado la seriedad de dar clase.

Recuerdo que muchos de ellos se las iban a pasar en la piscina municipal, otros en el río, si se quedaban más de un día, dormían en familia en la furgoneta de su padre, pues está claro que eran los recursos que tenían; otros se iban a Benidorm, o Torrevieja, ... estoy hablando de los niños del Gimnasio Kiyoshi en Carabanchel.
 
Al día siguiente hice lo mismo en el gimnasio de las Rozas, pues entonces trabajaba Lunes, Miércoles y Viernes en uno, y Martes, Jueves y Sabado en el otro; Todo el dia con el karategi puesto, pues entrenaba todas las mañanas, daba clases por las tardes, y los fines de semana iba a pelear en todo lo que se anunciaba.
 
Recuerdo que cuando teníamos doce o trece años jugábamos a competir, organizábamos campeonatos entre nosotros, en el parque, y nos hacíamos las medallas de cartón atadas con un hilo, las fabricábamos nosotros mismos y las coloreábamos para que fueran de oro, plata y bronce. Estábamos Angel Galán, Manolo Galán, Jose Egea, Geronimo Cejas y Paquito Egea, estabamos locos y enganchados con el karate.

Bueno dejando atrás anecdotas, sigo con mi relato. En el gimnasio de las Rozas a mis alumnos les hice la misma pregunta, que donde iban a pasar las vacaciones, pero las respuestas fueron un poco diferentes. Eran vacaciones igual, pero éstos se iban a Marbella, al chalet de un primo, viajaban a estudiar a Londres para perfecionar su inglés, o si ya habían ido, pues les tocaba Suiza, EEUU... o se iban allí porque sus padres querían que conocieran Disney World.

Yo siempre fui de los niños que me iba al rio con mis padres de vacaciones y poquito a poco mis padres nos empezaron a llevar a la playa, pero siendo niño soñaba con viajar por el mundo y seguro que si no hubiese sido por el karate no creo que lo hubiese conseguido.
 
Que pretendo contar con esto, las circustancias de la vida a unos nos ponen en un sitio y a otros en otro, pero el niño es el mismo, sigue siendo un niño, los mayores somos los que tenemos que enderezar el camino, y el Karate ha enderezado muchos caminos, como el mio por poner un ejemplo.
 
Gracias al esfuerzo de mis padres pudimos hacer lo que nos gustaba, con gran sacrifio por parte de ellos claro está, y por nuestro profesor, que supo formar un grupo de karatekas y amigos para que todo fuese más fácil.

Yo la unica manera que tuve de viajar por el mundo fue gracias al karate, y también gracias a él, pude conocer a tantísima gente, de todos los niveles sociales y profesiones, y sobre todo tuve la oportunidad de aprender.
 
Yo empecé a viajar siendo un niño, admiraba y me fijaba en los grandes campeones del momento, yo sólo miraba a ver lo que hacían ellos, prudente y procurando aprender. Recuerdo el Mundial del año 1980, que se celebró en Madrid, en el Palacio de los Deportes, y España quedó campeona del mundo, yo estaba en las gradas, y me bajé al Tatami para ver de cerca a esos grandes campeones a los que yo admiraba y admiro, Jean Pierre Carbila, Felipe Hita, Damián González, etc... tres años más tarde era yo el que viajaba con ellos en el avión camino del campeonato de Europa de Clubes, en Londres, junto con Manolo Galán, mi hermano Jose y el resto del equipo, todos unos niños de 16 y 17 años. Nosotros nos mirábamos los unos a los otros, y yo comenté con Manolo Galán que era imposible ganarles, que ellos eran los campeones del mundo y nosotros solo unos niños que empezábamos, pero mira por donde esos niños ganaron el campeonato, siendo un gran comienzo para muchos de nosotros.

Por eso y por mucho más le debo tanto al Karate, porque he aprendido dentro y fuera de él, porque gracias al Karate he viajado, visitado paises de los cinco continentes, he conocido a personas que yo veía por televisión, y me parecía imposible estar con ellas, y he compartido grandes momentos de mi vida con ellos, por eso mucha gente me ha dicho que escribiera un libro, porque tengo anécdotas de todo tipo, con toda clase de gente y en tantos y tantos paises....así que me pongo manos a la obra.

Al final fui un niño que tuve río, furgoneta, playa y viaje por todo el mundo. Todo eso lleva sacrifio, constancia y por supuesto mucho mucho trabajo.
FRANCISCO EGEA

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David Vallejo (Budokan Sevilla Dojo) www.budokansevilla.com