Está en tus manos la decisión. Puedes dejar pasar o retener. Abrir el Camino o cerrarlo. Estás dudoso, pues no sabes qué consecuencias traerá. Sin embargo, lo que ahora corresponde es abrir el camino a tu discípulo. Ayúdalo a seguir, despéjale la senda de obstáculos. Está en las estrellas que debe alcanzar la cima de esa montaña. Pero no es ni lo suficientemente fuerte ni lo suficientemente sabio como para reordenar los Ejércitos y tensar su arco. Así es que lucha al frente de él protegiéndolo, hasta que la batalla esté ganada. Entonces, al amanecer, cuando tu discípulo repose, retírate en silencio sin dejar rastro de ti.
fuente: El Oráculo del Guerrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario