Lleva 35 años de dedicación al karate y a otras artes marciales. Ha transmitido sus enseñanzas a más de 2.500 alumnos y 150 han terminado como cinturones negros
Es un deportista de élite, pero mucho más allá de lo irundarra, de lo guipuzcoano y de lo vasco. Su sapiencia, tanto la adquirida como la transmitida, trasciende al Estado. Txus García Díaz es un irundarra de 56 años que ha formado a más de 2.500 alumnos en materia karateka. Para él, las artes marciales son como una religión. Es 6º dan en karate y aspira al 7º, es segundo dan en iaido (sable japonés), 2º también en taichi chuan, entrenador de segundo nivel e instructor en defensa personal. Casado con Elena Larrumbide, disfruta de su hija Adriana, de 28 años. Reconoce que sin la colaboración y la comprensión de estas dos mujeres no habría alcanzado nunca las metas logradas. También extiende su agradecimiento a su hermano, y sin embargo amigo, Edmundo. Lo mismo que a maestros como Sensei Kase o el bilbaíno Félix Sáez, que es, ha sido y será su mentor de por vida.
- Oye Txus, cuantos más años cumples, más cara de japonés se te está quedando...
- Bueno, eso algo que me suelen decir mucho. Lo cierto, es que el karate se establece en Japón, pero no olvidemos que nació en la India, desde donde pasó a China.
- Parece que estabas predestinado a esta práctica.
- La verdad es que nací en el 'Año del Dragón', en 1952, como Bruce Lee. En este sentido, comentan que los que vienen al mundo en ese año, tienen una particular predisposición para el arte marcial. En mi caso, así ha sido.
- ¿Por qué te dio por el karate y no por el judo, que en tus tiempos más jóvenes estaba más de moda?
- Ahí tuvo que ver Gonzalo Lavado desde su club, el Maki Wara. Se decidió por abrir una sección de karate y me animé. Luego influyó mucho mi primer profesor, Joseph Errante. Él me inculcó la afición y el acceso a la práctica.
- La verdad es que tú siempre has sido muy original, muy diferente.
- Es posible. Yo venía de jugar al rugby, pero buscaba algo más individual, algo que no tuviera que depender en mi desarrollo de un colectivo. Quería llegar a una meta, pero a la meta que yo quisiera. No conocía el karate, pero cuando me inicié, comprobé que es un arte que se diferencia del deporte por el sentimiento.
- Y de niño, no tenías otras orientaciones profesionales, como, por ejemplo y como tantos, ser buzo o bombero.
- No tenía en cuenta esos estereotipos. Bueno, sí que me gustaba ser piloto de aviación y casi me apunto. Pero al final, nada.
- ¿Qué tal se te daban los estudios?
- No era buen estudiante, pero como pasa en todo, siempre hay alguien que te enseña a hacer bien las cosas. Eso me ocurrió con Lito Escales, de la academia del mismo apellido. Me solía decir que «lo que hagas, hazlo bien». Era su máxima y yo la asimilé. Luego me llegó la mili y a la vuelta empecé a trabajar en Coches Camas, hasta que se cerró en 1992. Mientras trabajaba, alternaba mi aprendizaje con las artes marciales.
- Y te ha ido bien, ¿no es cierto?
- Estoy muy contento, de verdad. El gimnasio Sarylen siempre me ha dado vía libre para desarrollar mi actividad y eso es muy importante para mi trabajo. Que alguien te ofrezca una buena pista donde puedas despegar y aterrizar al margen de la formación, es fundamental.
- ¿Cuántos karatekas habrás formado?
- A lo largo de 35 años, en torno a 2.500, de los que más de 150 han terminado como cinturones negros. Son como mis hijos. Creo que en ese tiempo he vivido, metafóricamente hablando, más en Oriente que en Occidente.
- ¿El karate es algo más que un deporte? ¿o no?
- El karate y el arte marcial son más que un deporte. Sus mejores armas son los valores. Aquí no hay clientes ni alumnos. Aquí hay personas y valores. El arte es mi vida, una particular filosofía de vida que me llena a tope.
- Estás en lo alto del escalafón. ¿Hay margen de crecimiento?
- Nunca te puedes parar. Tengo el 6º dan y en julio cumplo los siete años exigidos de permanencia para aspirar al 7º. Y lo haré.
- Se puede decir que eres el mejor karateka vasco.
- No sé si el mejor, pero sí el más comprometido. Ahora la federación autonómica va a crear un departamento de I+D+i e igual puedo llevarlo yo. Me haría una gran ilusión y supondría un gran compromiso personal.
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