domingo, 3 de abril de 2016

Los espejos de la circunstancia

Aquí va una historia de O’Sensei, quien a una edad avanzada tenía que ser llevado al tatami para enseñar pero quien, una vez que se encontraba sobre el el mismo, se movía con la increíble velocidad de un torbellino lanzando ukes como si se trataran de muñecos de trapo. Igual que O’Sensei muchos de nosotros podemos actuar de forma diferente cuando nos encontramos dentro o fuera del tatami aunque la diferencia sea mucho menor. Puede haber personas que son tímidas fuera del tatami pero que muestran una gran asertividad mientras entrenan. También están aquellos quienes pueden ser relativamente calmados en la vida diaria pero que pueden volverse bastante salvajes y agresivos una vez que son atacados en el tatami. Lo contrario también puede ser cierto: el flujo y la fluidez del Aikido puede tener también un efecto calmante. Diferentes personas pueden responder a la misma situación de forma distinta.  Tanto si se trata de la circunstancia del entrenamiento del Aikido u otra cosa completamente diferente, cada vez que accedemos a una circunstancia distinta nos miramos en un espejo específico, uno que podría revelar características de las que no éramos conscientes previamente.
Imagina la vida como una sala de espejos y cada espejo es una circunstancia diferente de la vida. Algunos de los espejos nos muestran a aquella persona que creemos ser pero otros espejos distorsionan esa imagen, igual que lo hacen los de una sala de espejos de un parque de atracciones. Podemos negar la autenticidad de esas imágenes distorsionadas pero en cualquier caso incluyen elementos de quienes somos. Nuestras acciones se adaptan a las circunstancias. Nuestra respuesta a un shomenuchi puede variar respecto a un yokomenuchi. En un randori, nuestra respuesta se vuelve instintiva mientras los ataques llegan uno detrás de otro y a veces podemos sorprendernos a nosotros mismos por lo mucho de lo que somos capaces.  Ahí facetas nuestras que permanecen ocultas hasta que las situaciones adecuadas las hacen aflorar. Un infortunio inesperado puede revelar una resiliencia que ignorábamos poseer. Una tragedia de escala masiva también puede poner de relieve bondad en una escala masiva cuando la gente se apresura a ayudar a otros seres humanos en apuros.  Una competición a muerte puede revelar una fealdad cuya existencia desconocíamos. Todos reflejamos una faceta diferente dependiendo de las circunstancias que nos rodean.
En ocasiones a la gente le gusta participar en escenarios hipotéticos. ¿Qué harías si hoy fuera el último día de tu vida? ¿Qué harías si te persiguiera un oso mientras estás de acampada? ¿Qué harás si tu iriminage no funciona? ¿Qué harás si alguien te ataca con una patada? Podemos contestar aquello que pensamos que seguramente será nuestra respuesta pero nunca conoceremos nuestra respuesta auténtica hasta que la situación se produzca. Nuestra respuesta instintiva y nuestra respuesta intelectual a menudo pueden contrastar. En ocasiones, la intensidad de una situación nos puede llevar a tomar decisiones ilógicas o irracionales. Y a veces hacer algo ilógico puede producir inesperadamente resultados positivos. Cada nueva circunstancia está repleta con una variedad de posibilidades, posibilidades de capitalizar las oportunidades y también de ver cuáles son nuestras carencias. Mi cita favorita de Ralph Waldo Emerson afirma: “Por todo aquello que has perdido, has ganado algo diferente y por todo aquello que ganas, pierdes otra cosa.”  Puedes ver una carencia pero aprender de ella o puedes descubrir cómo aparece cierta codicia cuando te aprovechas de una oportunidad.
Las circunstancias pueden revelar lo mejor y lo peor de las personas. Puede conducir al autodescubrimiento o a acciones que nos conduzcan a derrotarnos a nosotros mismos. Siempre que las personas aprenden cosas nuevas y se mejoran a sí mismos, cambian los fundamentos sobre los que se basan sus respuestas automáticas. Ajustar un detalle en tu técnica de Aikido puede mejorar tu respuesta refleja la próxima vez que recibes un ataque de forma inesperada. Las respuestas reflejas también se basan en las características y rasgos que forman la base de nuestras personalidades. Cierto tipo de personalidades pueden interactuar mejor en ciertas circunstancias que otras. Otras personas pueden también actuar como distintos espejos de una circunstancia. Yo interactúo con mi familia de forma diferente a la que interactúo con extraños o conocidos. Mis interacciones familiares reflejan una parte de quien soy mientras que mis interacciones con aquellos que no conozco bien reflejan otra. Incluso dentro de mi familia, mis interacciones con distintos individuos muestran reflejos diferenciados. Interactúo con mi madre de forma distinta a como lo hago con mi hermana. Si interactúo con 16 personas distintas, reflejaré 16 facetas mías.  Muchas de esas vertientes serán similares en tanto que están unidas por el núcleo de mi personalidad pero existen diferencias significativas, incluso si estas son sutiles y leves.
Cada compañero que tenemos en nuestro entrenamiento en Aikido es un espejo diferente de la circunstancia. Como reaccionamos a cada uno de ellos, junto con el resto de circunstancias que se presentan en nuestro camino, suman a las partes que nos convierten en quienes somos. Podemos ver similitudes en cómo la forma de actuar en el tatami también ocurre en nuestras vidas diarias puesto que todos nuestros reflejos están conectados por el núcleo de nuestro sentido de identidad. Las circunstancias traen a la luz más acerca de quiénes somos, ilumina nuestros yo interior. Nuestras respuestas a diversas circunstancias puede conducir a resultados variados, ambos buenos y malos pero podemos aprender más acerca de nosotros en cualquier caso. Podemos modelar nuestros reflejos mediante el aprendizaje y la mejora, pero muchos reflejos son también estables y están basados en nuestras personalidades. Cada día trae nuevas circunstancias y, con ellas, nuevas oportunidades para mostrar mejores reflejos. Todos somos artistas luchando por pintarnos a nosotros mismos de la mejor forma que podemos utilizando las pinceladas de cada día que vivimos.

Traducción del artículo “The mirrors of circumstance“ por Andrew Lee

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David Vallejo (Budokan Sevilla Dojo) www.budokansevilla.com