Entrevista con el Maestro Hiroshi Shirai - 2007
Empecé en 1956 en Japón, tenía 18 años y tenía dos razones por detrás. Antes que nada, lo que está por sentado, el placer de esta práctica. Entonces es útil por defensa propia. Sin embargo, después de un año descubrí otro mundo: el de las competiciones, y a los 20 años empecé a participar. Recuerdo bien cuando durante esos dos años de entrenamiento percibí claramente cómo mi constante mejora de impuestos estaba de la mano con la mía espiritual.
La práctica del karate, una palabra que significa "mano vacía", también puede ser descrita como una práctica filosófica, que desde el ejercicio del cuerpo conduce a la serenidad interior?
El karate es sobre todo sobre el espíritu. En el sentido de energía, fuerza, que emana de quienes la practican. No sólo en el sentido físico. Incluso cuando te comportas correctamente con los demás y eres consciente de tu propia operación, hay la misma fuerza y energía en juego. El espíritu del karate se basa en una forma correcta de vivir, que comienza con el respeto al prójimo, extraído por ejemplo en el saludo al principio y al final de cada competencia. La técnica básica consiste en golpear, defender, mantenerse en posición y luego cambiar, esquivar disparos, anticipar las intenciones del oponente. Si aprendes estas cosas, tu espíritu también mejora.
¿Tienes alguna idea de "librebies" en todo esto?
Sí, especialmente en el karate tradicional, que es lo que prefiero porque no da ninguna importancia a la victoria o la derrota.
En algunas artes marciales, la ligereza, en los movimientos de lucha, es esencial. Dutilidad, flexibilidad, rendición, rendición. ¿Qué papel tiene la respiración en este sentido?
La disciplina del cuerpo, el control de la respiración, la limitación de la tensión de cada músculo, son una manera de alcanzar el equilibrio interno y la serenidad. Durante una pelea respiras de forma diferente a cuando estás de pie y moviéndote. Si la respiración no se usa correctamente, no puedes contraer tu músculo de la manera correcta. Cuando se golpea, toda la energía de nuestro cuerpo se concentra en un solo punto y esto sucede durante la exhalación. También hay una manera de no hacer que el oponente entienda cómo está respirando, de lo contrario le resulta fácil identificar nuestras intenciones y cuándo vamos a apuntar nuestro ataque.
¿Cómo conciliar la violencia de los golpes con la gracia de su filosofía?
Por la energía que arrojan, los golpes en realidad no pueden dirigirse a alguien, son demasiado poderosos, causarían un daño horrible y romperían todo. Así que la verdadera esencia del karate es que no tiene que ser útil lo que enseñaron los viejos samurái, que a pesar de entrenar cada mañana, incluso con espadas y palos, establecieron reglas para evitar tener que usarlos.
Armando Massarenti
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