UN ESPIRITU A PRUEBA DE GOLPES. Manuel Carrasco. Instructor de Karate


Pese a lo difundido por el cine, el karate tiene como principal fin la evolución personal mediante la técnica, la concentración y el ejercicio físico.

En las artes marciales tradicionales se golpea, pero los golpes son desde el espíritu. Distintas son otras modalidades, kickboxing entre ellos, surgidos al albur de las modas y coherentes con la etimología del arte en cuestión: marcial, de militar. "Es una forma de vida". Así presenta Manuel Carrasco el karate, al que dedica su tiempo con generosidad. "Es un forma de vida que refleja además el proceso vital de una persona. La mayoría de la gente empieza a practicar karate para aprender una técnica de pelea. Con los años, te das cuenta de que puede ser una fabulosa herramienta de autoconocimiento".

Karate como sinónimo de espiritualidad. Casi como de religión. Y en los cielos, los dioses. Gichin Funakoshi, Masatoshi Nakayama y Yoshiharu Osaka, maestros japoneses del karate moderno, conforman la trinidad en el altar de Carrasco. "Según vas conociendo el karate te vas interesando por los maestros y sus enseñanzas. Como puedes imaginar, las películas de Bruce Lee fueron las que me metieron el gusanillo".

El cine hongkonés de los 70 y los 80 provocó un auge que hoy día parece estar declinando. Carrasco regenta en su Paradas (Sevilla) natal el gimnasio Kyohan, donde enseña las lecciones que lo han hecho crecer como persona. "Hubo una época en la que llegamos a tener 50 alumnos. No estamos pasando por los mejores tiempos. Aunque para una población como la de Paradas, con unos 6.000 habitantes, tener 25 pupilos a tu cargo no está mal".

El palmarés de Manuel Carrasco no destaca por ser abultado, aunque uno llega a dudar de si es parte de esa humildad a la que aspira todo maestro karateka. "Gané una medalla de oro por equipos, pero no he competido mucho. A mí me interesa más la técnica. Como entrenador he formado a algunos campeones provinciales y regionales. Pero debo admitir que me dejó de interesar el mundo de la competición. Te das cuenta de que está el politiqueo y de que no ganan ni los mejores ni quienes lo merecen. Pasa lo de siempre. Los árbitros favorecen a los familiares de tal, del entrenador cual. Y te hartas".

El desengaño de Carrasco llegó al punto que incluso dejaron de interesarle los colores de los cinturones, los grados y las categorías. "Una vez que llegas al cinturón negro, vas alcanzando los llamados dan o grados. Son diez. Yo me quedé en el segundo, punto en el que desconecté del ambiente de los combates y de los tribunales". Carrasco profundiza en el asunto de los leves trofeos con los que se premia a los practicantes de las artes marciales. "Los cinturones son un estímulo, dirigido a los niños, a quienes motiva verse progresando mediante una gradación de colores. Como todo, los grados están en el interior. Recuerdo a un contrincante que me miraba los dan del cinturón y yo pensaba, pero ¿qué estará mirando? No es raro ver ganar al de menor grado. Se mira más el envoltorio que el interior. Para mí, eso es un grave error".

Miguel Lasida.


David Vallejo

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David Vallejo (Budokan Sevilla Dojo) www.budokansevilla.com