Ante este planteamiento histórico se debería responder a diversas cuestiones básicas que aún hoy en día nadie ha resuelto, debido a la falta de documentación y vestigios históricos de un arte transmitido oralmente a lo largo de generaciones, y que se intentarán plantear y elaborar en este artículo. ¿Desde cuándo existía el TE en estas islas? ¿Cómo y por qué surge este sistema de lucha primitivo? ¿Es originario del archipiélago de las Ryukyu o pudo ser introducido desde otros lugares?
Para poder responder a estas preguntas, así como a interrogantes posteriores, hay que señalar las tres vías por las que llegaron los primeros pobladores a estas islas. La primera desde el norte de Asia hacia las principales islas japonesas, y de ahí al sur; la segunda desde Mongolia y Manchuria, a través de la península de Corea; y la tercera desde el sureste asiático, atravesando Filipinas y Formosa, llegando a las islas Ryukyu por el sur del archipiélago.
La primera vía está justificada por la existencia de restos encontrados de la cultura neolítica Jomon (11.000?-300 A.C.) que coinciden con otros de similares características en el Este y Norte de Japón. La segunda vía puede probarse de diversas maneras, siendo una de las más importantes la propagación del cultivo de arroz durante la cultura Yayoi (300 A.C.-300). La tercera vía es la que apenas se ha tenido en cuenta para realizar estudios sobre los orígenes del karate, y por tanto la que se desarrollará en este texto.
Esa tercera vía de llegada, llamada “Corriente Negra” por algunos autores y “Camino de Altamar” por Sasaki Komei, se basa en estudios realizados por Kunio Yanagita a principios del siglo XX en su afán por descubrir el origen del pueblo japonés. Estas investigaciones fueron publicadas entre 1950 y 1953 y fueron muy criticadas por lingüistas principalmente, ya que la lengua del archipiélago de las Ryukyu se formó al desarrollarse la lengua japonesa antigua desde las principales islas de Japón hacia el sur. Incluso existiendo pocas pruebas de la existencia de esta corriente de sur a norte, son fehacientes las evidencias de las que se disponen: se han descubierto hallazgos de personas enterradas en la ciudad de Iizuka en Fukuoka con pulseras de caracol provenientes de los mares del sur. Estos lugares llegan a más de cuarenta y sobrepasan la cifra de cuatrocientas las pulseras confeccionadas con este caracol. En 1970, el profesor Nagai Masafumi (doctor en medicina y antropólogo que se dedicó a la investigación de los restos humanos antiguos) confirmó que los caracoles Tricornis y Conidae habían sido los usados en la confección de estas pulseras. Éstos habitan en las aguas marinas de Filipinas, Nueva Guinea y las islas Fiji, siendo por tanto viable la llegada de pobladores a través de la “Corriente Negra”.
Otro investigador y autor, George H. Kerr, en su obra Okinawa: the history of an island people (“Okinawa: la historia de la gente de una isla”) expone una afinidad cultural importante entre las formas de agricultura y pesca de Indonesia y Melanesia con la cultura Yaeyama (islas pertenecientes a la prefectura de Okinawa), así como admite la llegada de un boxeo de manos y pies (karate) procedente de Indochina. De Indochina llegaron por mar pobladores que, entre otras cosas, llevaron la faja que usan los luchadores de sumo en Japón. Otras evidencias que demuestran la validez de la “teoría de Altamar” se basan en la similitud de la arquitectura en las islas Tobago (300 kms. al sur de las islas Ryukyu) y zonas rurales de Okinawa. Estas viviendas consisten en plataformas de madera elevadas con paneles correderos en los lados y techos de paja. También se constata una analogía total en la forma de recogerse el pelo entre las mujeres malayas y filipinas y las de las islas Ryukyu. En estas últimas es llamado Katakashina y consiste en una especie de nudo alto en el que el pelo se reúne en forma de moño.
Hay que tener en cuenta que la India ya disponía hace 2600 años del kalaripayat, un sistema de lucha practicado en la región de Kerala, considerado erróneamente por muchos autores el arte marcial más antiguo del mundo, pues una especie de boxeo se practicaba en Etiopía y Mesopotamia hace entre 5000 y 6000 años. También en el antiguo Egipto, durante el Imperio Medio (2050-1750 A.C.) existía otro sistema de lucha que incluía el uso de palos en actos religiosos y seculares. Por tanto ¿pudo llegar un arte marcial a las islas Ryukyu procedente de la India o de otros lugares, a través del sudeste asiático? Efectivamente, durante el período védico (1300-900 A.C.) se produjo la entrada de los pueblos arios en la India, procedentes, entre otras regiones, de Mesopotamia. Pudieron haber llevado consigo técnicas de lucha antiquísimas originarias de las regiones de las que procedían, mezclándose posteriormente con las autóctonas de la India, como el kalaripayat, y en las migraciones sucesivas alcanzar las islas Ryukyu desde el sudeste asiático para instalarse en ellas. Analizando todo lo anterior, sería viable dar como válida la teoría de la introducción de técnicas de lucha foráneas que pudieron ser asimiladas por los primeros pobladores del archipiélago de las Ryukyu.
Según transcurrían los siglos se hacía más patente la influencia china en la vida diaria de los habitantes de estas islas. Se debe recordar que este archipiélago constituyó un reino independiente desde su unificación por el rey Sho Hashi (1371-1439) hasta la anexión a Japón en 1879. La cultura china se había convertido en la referencia que inspiraba a los gobernantes y la población del archipiélago de las Ryukyu. Ello propiciaba el envío de personal diplomático, apertura de rutas comerciales por ambas partes y toda una serie de intercambios culturales recíprocos. Se debe señalar el establecimiento en el año 1393 de Las 36 familias, procedentes de China, en la zona de Kuninda (Naha) durante la dinastía Satto (1350-1407) y la influencia ejercida a partir de entonces en las técnicas de lucha primitivas existentes en las islas Ryukyu.
En el año 1507 el rey Shin Sho prohibió el uso de armas en Okinawa, lo que propició que los habitantes de las islas tuviesen que recurrir a medios para defenderse a sí mismos y, por tanto, seguir la práctica del TE clandestinamente. Esto se reforzó en 1609 con otra prohibición similar dictada por el clan Satsuma de Japón, ya que, aun siendo el archipiélago de las Ryukyu un reino independiente, siempre había sido voluntad de los gobernantes japoneses ejercer el control sobre estas islas sureñas. Es a partir de este siglo cuando las técnicas de lucha primitivas comenzaron a mezclarse con las importadas de China, entre ellas las originarias en el Monasterio Shaolin, que llegaron a Okinawa a través de la región de Fuzhou (China). Así perduraron hasta el siglo XX, perteneciendo el archipiélago de las Ryukyu a Japón, y convirtiéndose el karate en 1904 en una asignatura obligatoria en las escuelas públicas de Okinawa. A partir de ahí pasó a las principales islas japonesas, y al igual que otras disciplinas orientales que se introdujeron en el país del sol naciente, su expansión por todo el mundo fue cuestión de pocos años.
Esta mezcla de pueblos y culturas es apreciable en la actualidad por numerosos viajeros y autores, entre ellos Don Fernando Sánchez Dragó, que en un viaje narrado en Relato de dos viajes a las verdaderas islas afortunadas (1), afirma: “lo polinésico se cruza con lo chino diluyéndose y desvirtuándose en esa mezcla lo genuinamente nipón”.
(1) Relato no publicado, cedido gentilmente por Don Fernando Sánchez Dragó al autor de este texto, con el objetivo de contribuir a la investigación sobre la historia de estas islas japonesas.
fuente: Autor: José Ángel García González para revistadehistoria.es
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