Principios básicos que, a su vez, se aplican a la perfección al karate mental:
2.- Honestidad: para un karateka el hecho de ser honesto es primordial. Ser honrado y sincero con uno mismo y con los demás nos ayuda a perfeccionarnos y ayudarnos a superar nuestras capacidades. Si utilizamos la mentira, nos engañaremos a nosotros mismos, y poco podremos mejorar desde la hipocresía y el engaño.
3.- Capacidad de sacrificio, esfuerzo y constancia: si un karateka ansía superarse a sí mismo, necesita aplicar sacrificio, esfuerzo y constancia en su vida cotidiana. No hay que fiarse de lo que es fácil ni de lo que no requiere ningún esfuerzo, pues son simples fuegos de artificio que estallan y se quedan en nada. Por eso mismo el entrenamiento es crucial.
4.- Respeto al prójimo: jamás hay que menospreciar a nadie, aunque sea nuestro contrincante. Si cayéramos en eso, seríamos presa fácil, ya que bajaríamos la guardia, nos relajaríamos y seríamos derrotados en cualquier terreno. No hay enemigo pequeño.
5.- Controlar la violencia: el karate no es sinónimo de ataque, sino de defensa, y por ello hay que hacer uso de él en casos de necesidad. Hay que evitar el enfrentamiento total; siempre tenemos que dominar nuestra ira y el instinto de violencia. Si nos controlamos a nosotros mismos, podremos controlar cualquier situación. La paciencia, las buenas formas, la seguridad calmada, no desafiante y el deseo de contagiar al contrario estas mismas actitudes, y que se sienta bien consigo mismo y hasta encantado con nosotros, debe ser la tónica, la forma de actuar de un karateka mental bien formado y entrenado. Eso implica conocer a fondo la inteligencia emocional y convertirla en una práctica diaria a la hora de afrontar situaciones críticas y tener que bregar con personas tóxicas y problemáticas.
Texto: Bernabé Tierno - Foto: Fernando Ruso
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